
Natalia García Huidobro, “Volver a Chile es una necesidad”
En medio de los ensayos de “Desde El Silencio”, obra que se presentará en La Corporación Cultural de la Reina, Natalia García Huidobro se detiene para conversar sobre su historia, una marcada por el flamenco, pero no exenta de otras influencias e inquietudes.
Natalia habla fuerte y expresa sus ideas de forma clara y asertiva. Quizás esa impronta, que se conjuga en su cuerpo menudo y de movimientos sutiles, le ha permitido desarrollar una fructífera carrera en Europa. Hoy está de paso por Chile para cerrar el ciclo de flamenco de La Reina con “Desde El Silencio” y concretar un proyecto que la traerá de vuelta en 2012.
A los 15 años se fue a estudiar teatro a México, pero allá conoció a Mercedes Amaya La Winy y se encontró con el flamenco. Luego comenzó a estudiar danza contemporánea e ingresó a una compañía (actualmente Danza en Cruz). Estuvo tres años y volvió a Chile para, en 1998 ir a España a estudiar flamenco. “En aquella época me entro la ‘inflamación’ por el flamenco y me fanaticé totalmente. Estar allá fue impresionante” recuerda Natalia sentada en el patio de La Academia, lugar donde ensaya intensamente junto el resto del elenco. Tras dos años en ese periplo, retornó a Chile y formó Palo Santo, un proyecto que duró cuatro años.
En 2003 viajas nuevamente a España, ¿te vas con la intención de quedarte allá?
Sí, tenía la intención de quedarme. Un poco por las ganas de audicionar y también con un afán más bien turístico. Pero estando allá me di cuenta de que no hay tantas audiciones y que las grandes compañías buscan personas con cierta formación de clásico español, lo cual es muy difícil de lograr de un día para otro. Sin embargo, pude entrar rápidamente a trabajar los tablaos, lo cual me forjó como bailaora.
¿En qué tipo de experiencia se tradujo esa etapa?
Trabajé en varios tablaos y especialmente el de Las Carboneras fue de mucho aprendizaje, ya que allá se baila sin ensayar, entonces, tienes que aprender de cante, saber muy bien lo quieres y saber pedirlo también. Eso es en definitiva, para mí el flamenco, un espacio pequeño, es el cante y la capacidad de saber reaccionar en el momento justo. Todo ese bagaje me hizo cambiar, fue allí cuando me di cuenta de que necesito trabajar sola, de encerrarme y pasar horas estudiando. Eso te ayuda a tener un buen desempeño en esos momentos.
De cierta manera hay un aislamiento buscado y otro dado por vivir fuera de Chile, ¿cómo te va con la soledad?
No tengo problemas con ella y de cierta manera fortalece. Me gusta viajar, estar sola en las ciudades me hace bien. Paso mucho tiempo conmigo misma, estudiando, escuchando música… a veces por las giras estoy en contacto con varias personas a la vez y es mucha información la que recibo, entonces se me hace necesaria una pausa.
Actualmente diriges La Típica, ¿como nace la compañía?
Jorge Bravo, a quien admiro mucho, me invitó a trabajar a Londres, allí conocí a otros músicos y formamos La Típica, un proyecto en el cual llevamos varios años. Actualmente paso casi la mitad del tiempo en Londres. Trabajo también con la agrupación Flamenco Express y participo en “Live Music Now” realizando clases para personas discapacitadas y bailando en algunos espectáculos. Y en Dinamarca trabajo con un grupo que se llama Arte Flamenco.
“El año 99 viví un tiempo en Sevilla y no me gustó. Me sentí sola, los flamencos eran más cerrados y todo estaba más distante”
¿Cuánto te ha pesado ser extranjera en tu carrera en España?
Nunca he sentido algo racista porque en Madrid somos muchos los extranjeros, pero si me ha pesado no haber empezado desde antes. El flamenco es una disciplina muy difícil y se nota la diferencia con las personas que comienzan desde pequeñas.
¿Por qué optaste por vivir en Madrid?
El año 99 viví un tiempo en Sevilla y no me gustó. Me sentí sola, los flamencos eran más cerrados y todo estaba más distante. En Amor de Dios en cambio, todo está más concentrado. He vuelto a Sevilla y es precioso, pero nunca he vivido como en Madrid, allí tengo mis amigos.
No sólo el flamenco es tu fuente de inspiración, ¿quiénes te motivan para crear?
A la hora de crear una obra me nutro mucho de la danza contemporánea, especialmente porque creo van un paso más allá que el flamenco en aspectos como la coreografía y la dirección de escena. Por ejemplo, Sidi Larbi me gusta mucho y me inspiró para crear “Desde El Silencio”.
El flamenco también me gusta y me emociona ver a Farruquito por ejemplo. También me gustan Las Carboneras, Marcos Flores, Olga Pericet, Manuel Liñán, Israel Galván, Manuela Carrasco, Juana Amaya, Belén López, Carmen La Talegona, Alfonso Loza… en fin, ¡la lista es larga!
¿Hay ciertas temáticas que te interese abordar en tus obras?
Me gusta la meditación y el yoga, y constantemente me hago preguntas. A veces las anoto y las pongo sobre el escenario. Por ejemplo en “Desde El Silencio”, tomé el texto: “Yo no soy aquel que era, ni quien debería de ser, un mueble de tristeza arrumbaito en la pared”.
Aquella frase contiene un gran significado. De pronto algo sucede y tu vida cambia, salen cosas a flote y sólo queda lo esencial.
“Desde El Silencio” fue creada en 2007 en un momento bastante especial, tanto mío como de Jorge Bravo y, si bien se desarrolla en un lenguaje flamenco, ambos quisimos alejarnos de éste y darle otro enfoque.
En esos momentos trabajamos con el director de escena José Vidal, que estaba en Londres, y rápidamente captó lo que quería, de mostrar algo de ritual. Fue un trabajo muy arduo.
“Hace poco estuve revisando entrevistas de hace unos quince años atrás y me llamó la atención la firmeza con la cual defendía al flamenco. Hoy soy más abierta y creo que no me corresponde defenderlo”
Y cuando la inspiración no llega, ¿a qué mecanismos recurres?
Busco en todas partes, hago un libro de viaje y comienzo a recoger todos los elementos que encuentre: libros, videos, ideas que me gusten… así encuentro un hilo conductor y voy haciendo que todas esas casualidades se vayan engarzando.
Además, me gusta entender la mecánica de las obras, me pregunto cómo se hicieron, cómo relacionaron una cosa de con la otra.
Así paso muchas horas y tras estar un tiempo más o menos alejada del flamenco, hoy estoy escuchando mucha música. Suena extraño, porque siempre hago flamenco, pero me refiero a que después de indagar en otras áreas, estoy explorando el flamenco para crear.
Desde tus inicios hasta hoy, ¿cuánto ha cambiado tu forma de abordar el baile flamenco?
Muchísimo, he pasado por varias etapas y mi cabeza ahora es otra. Hace poco estuve revisando entrevistas de hace unos quince años atrás y me llamó la atención la firmeza con la cual defendía al flamenco. Hoy soy más abierta y creo que no me corresponde defenderlo. El flamenco me parece sublime, no hay nada que me toque más la fibra, pero no estoy para decretar lo que se debe o no hacer.
En cuanto a mi forma de bailar, empecé como todos, imitando, pero poco a poco fui rescatando los movimientos que se adaptaban mejor a mi cuerpo. La manera de vestirme me da igual, un día puedo usar una flor en la cabeza y al otro un hot pants. En lo que sí creo que hay que respetar es el lenguaje rítmico que nos permite encontrarnos a todos.
¿Con que propósito visitas Chile?
Vine a presentar “Desde El Silencio” en el ciclo de La Reina, pero además a concretar con el Consejo de la Cultura “Acuérdate de mí Lola”, una obra de la que ya que mostramos un avance en enero pasado, pero era más bien un “work in progess” y que presentaremos en distintas ciudades del país el próximo año.
¿Qué aspectos tratas en Lola?
Quise indagar en el mundo de los café cantantes, en aquellos personajes tan particulares que tenían un poco de todo. Me interesa abordar esa época, pero no quedarme sólo en el personaje. No me interesa disfrazarme de Lola Flores, quiero ir más allá, de limpiar y profundizar. También creo que hay un link con mi pasado.
¿Como así?
Yo trabajé bailando en la Spandex y otras discoteques similares en México y de cierta manera es un ambiente similar en el sentido de la variedad y de la competencia. Además, desde chica estuve ligada al mundo del teatro y del cabaret por mi padre y de cierta forma es un mundo del cual renegaba. Hoy quiero volver a él indagando en mi propia historia.
¿Qué sensaciones te provoca volver a trabajar en Chile?
Vuelvo a trabajar con quienes comencé, nos tenemos mucho cariño y es bueno ver como cada uno ha seguido su evolución.
Con Francisco (Delgado) llevo 15 años trabajando y cada uno ha seguido su propia bola, pero toda vez que nos encontramos nos volvemos a retroalimentar. Lo mismo sucede con Julián (Herreros) y Jorge (Bravo), quien lamentablemente no pudo venir esta vez
¿Cuáles son tus próximos pasos?
El 2012 ya está planificado: volveré a Chile para presentar “Lola”, luego retorno a Europa para trabajar en el montaje “Cambiar de piel”, una investigación con animales. Tengo además, una residencia en un centro de creación de Francia para investigar, lo cual me traerá de vuelta a Chile, ya que hay algunos arreglos de Violeta Parra que queremos incluir. Y a fines de año quiero traer a artistas como Marcos Flores y Las Carboneras, algo que vengo gestionando desde hace tiempo.
Son múltiples proyectos, ¿sientes la necesidad de volver a Chile?
Sí, sin lugar a dudas que volver a Chile es una necesidad. “Lola” bien podría haberla presentado en Londres, pero tengo ganas de hacer cosas acá. Cuando vine en 2009 con “Desde El Silencio” sentí una gran emoción, fue de cierta forma un sueño cumplido.

